¿Qué es la inmunidad psíquica?

04.05.2020


Chile vive actualmente lo que se conoce como la "paradoja de los desastres": el impacto emocional o psíquico en la población es infinitamente superior a los esfuerzos que se llevan a cabo para mitigarlos. Recordemos que hasta antes de la pandemia, las licencias médicas por salud mental, fueron la primera causa de ellas: una de cada cuatro. 

Esto consideración revela la vulnerabilidad de la población de nuestro país en este aspecto. Nuestra salud mental es la propia de una enfermedad de base, Y el impacto de la pandemia entonces puede ser mayor. La misma proporción de licencias médicas y salud mental, es la de los chilenos y chilenas con problemas de depresión y ansiedad, junto al alto consumo de psicofármacos de todo tipo. Todo esto constituye un circulo no virtuoso, entre políticas públicas deficitarias y los indicadores de patologías. Esto agravado porque según datos del propio MINSAL, de cada diez chilenos que necesitaron atención por salud mental, solo dos lograron acceder a cobertura y tratamiento.

Resulta urgente asumir entonces esta dimensión de la pandemia, y fortalecer lo que se denomina como "inmunidad psíquica", propuesta de uno de los mayores expertos a nivel mundial en la psicología de los desastres, Moty Benyakar, médico psiquiatra y psicoanalista, presidente de la Sección Desastres de la Asociación Mundial de Psiquiatría.

El estresante escenario que hemos debido enfrentar a nivel mundial continúa y según estimaciones, serán meses de seguir en distanciamiento social, con la necesidad de establecer además nuevas formas de convivencia social. Frente a ello, las personas cada vez más evidencian efectos no solo físicos sino también psíquicos. Y, paradojalmente, si bien se requiere un distanciamiento social para contener la propagación del corona virus; el aislamiento emocional, la convivencia forzada, la violencia intrafamiliar y la vulnerabilidad económica, entre otras; son determinantes sociales más masivos y dañinos, que repercuten con mayores probabilidades en nuestra salud, el bienestar físico y emocional.

Es necesario entonces también hablar de fortalecer procesos de "inmunidad psíquica", así como lo hacemos de defensas a nivel somático. Por aquellos, podemos entender que el objetivo fundamental es tener la capacidad de enfrentar en forma "realista" la situación. Ni huir por pánico o negando el estado de cosas, ya que ambas resultan igualmente nocivas. Esto, sin embargo no es solo asunto de incumbencia individual, ya que en tiempos de pandemia es vital entender a toda la comunidad como un recurso principal de contención y sostén.

Pedir a la gente que mantenga la calma es irrelevante, ya que son necesarios clivajes específicos. Autoridades, lideres y comunicadores sociales tienen una responsabilidad ineludible. Ante la imposibilidad actual del progreso de defensas físicas, esto también nos inhibe del desarrollo de defensas psíquicas, debido a la vulnerabilidad que provoca la incertidumbre. Para apaciguar la ansiedad, las personas necesitan sentir que pueden actuar, con cierta eficacia, sobre el riesgo. Por esto la generación de confianza y certezas públicas, aunque sean mínimas, resultan vitales.

La confianza efectivamente constituye la virtud más necesaria en estos tiempos pero también la más escasa. Esta semana, donde la discusión ha estado puesto en la nueva normalidad y cuando esta debe ocurrir, hemos podido apreciar, más allá de las intenciones, un relajo ciudadano de las medidas de cuarentena. El rol de las autoridades es clave. No es solo tarea comunicacional o de personalidades. Es necesaria en forma sostenida la compostura, sobriedad, renunciar al exceso en el lenguaje, virtudes que resultan fundamentales proteger.

De esta manera se pueden fortalecer las tres características que Banyakar distingue como propias de la "inmunidad psíquica": poder reconocer los riesgos, así como las reacciones propias y tener la capacidad para asumir las medidas acordes con la situación. Pero sin claridad radical en los mensajes esta es un tarea imposible para muchos.

Esta responsabilidad, no obstante, también es extensiva a los liderazgos de todo tipo, así como a los comunicadores sociales. Ayudar a pensar en estos tiempos es muy necesario, entendiendo con esto, estimular la deliberación: aquello que nos permita no solo confirmar lo que ya creemos, si no justamente, conocer aquello que no sabemos o que es distinto a lo que pensabamos.

Todo lo opuesto por ejemplo, a el afán compulsivo y extendido de reenviar cadenas de mensajes e información por WhatsApp sin ninguna discriminación. Las redes sociales son en general generadores de una alta carga de ansiedad. Y esta es además, la primera pandemia que vivimos en tiempos de las redes digitales, donde todos nos convertimos en emisores, Tendemos a creer que nos adecuamos a la realidad superando nuestras ilusiones y creencias. Pero lo que ocurre a veces es más bien lo contrario : adecuamos la realidad a nuestras creencias e ilusiones. Como afirmaba Ortega y Gasset, ideas las tenemos, pero las creencias nos tienen.

El objetivo, aunque sea paradojal, no es evitar el dolor emocional, porque este es inevitable, sino que aquel pueda ser transformado en sufrimiento, es decir, que pueda ser explicado a sí mismo y reconocido por otros. Subjetivar, elaborar o mediatizar se le conoce desde un enfoque psicoanalítico. El dolor es ciego, personal e irreconocible, pero el sufrimiento es comunicable, compartido y puede ser reconocido. Por eso tratar estos padeceres como patológicos y el que sean abordados a través del consumo de psicofármacos, que anestesian el dolor psíquico, puede ser un remedio peor que la enfermedad. No hay que olvidar que el carácter patológico se encuentra en la situación misma. Se trata entonces de brindar apoyo, sostén y contención, a personas sanas o con dificultades anímicas, pero que tienen reacciones normales para una estado de cosas anormal.

Fuente: ONG MENTE SANA